Solemos escuchar aquellas preguntas internas que están relacionadas a eventos que nos traen motivación, alegría, disfrute, amor, progreso. Por ejemplo una nueva pareja, nuevo trabajo, proyecto o emprendimiento, viajes, etc. Responderlas es generalmente sencillo.
También solemos desoír a aquellas que nos generan incomodidad, miedo, dolor o que están relacionadas a cuestionarnos para qué estar viviendo una vida que se encuentra alejada de nuestros deseos.
Lo cierto es que en algún momento estas preguntas surgen desde el interior con una fuerza inusitada que sorprende y mezclada con emociones encontradas.
¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Hacia dónde voy? ¿Otra vez lo mismo? ¿Qué hago con esto?
Frente a esto, sensaciones de abatimiento, desconcierto y frustración es el común denominador.
Estas preguntas suelen ser una fuerte sacudida que impacta de diferentes formas en las personas. Hay quienes se paralizan. Hay quienes se rinden. Hay quienes siguen adelante sin ningún tipo de replanteo y en “modo resignación”.
Lo cierto es que cuando surgen de esa manera, impetuosas, abriéndose espacio para que sean vistas, exploradas y se sientan en carne propia, si asumimos el compromiso de escucharlas atentamente y buscar aprendizaje en ellas, tienen un poder de creación espectacular. Obtener las respuestas desde un lugar de humildad, amor y aceptación nos permite cerrar ciclos y hacer lugar a nuevas preguntas enriquecedoras. En definitiva, escucharlas y explorar nuestras respuestas nos coloca en el punto de inicio de un camino de transformación personal para hacer realidad la vida que deseamos vivir.
Si resuena esto en ti muy probablemente estés en el momento adecuado para afrontar la gran oportunidad de vivir mejor.
Tu bienestar y felicidad depende de ti. No te postergues.