Frecuentemente se escucha la frase Zona de confort refiriéndose a las condiciones existentes que elegimos y sostenemos en nuestra cotidianeidad y la forma en que nos movemos dentro de ellas.
Confort es un término francés aceptado por el diccionario de la Real Academia Española (RAE) que procede del inglés comfort. Se trata de aquello que brinda comodidades y genera bienestar al usuario.
Sin embargo cuando comienzan a surgir conflictos y malestares sostenidos en el tiempo a los cuales no enfrentamos o no les encontramos solución lo que ocurre es que el confort desaparece y comienza a surgir incomodidad. Incapacidad de acción, evasión, postergarse, miedo e incertidumbre entre otras posibilidades son las causas más comunes por las cuales la zona de confort deja de ser confortable y se convierte en una zona incómoda, predecible, a la cual terminamos acostumbrándonos y pagando un alto precio por ello.
Lo cierto es que esa zona al dejar de ser confortable se convierte en una zona de seguridad.
En mi incomodidad y malestar yo ya sé moverme, es el territorio que conozco. Creo saber qué puede pasar, por lo tanto es predecible para mí. Sostengo esto a menudo sin tener la claridad de por qué o para qué lo hago y qué subyace detrás de esa acción.
Nuestro cerebro es un gran protagonista de esto.
Desde los inicios de la vida sobre la tierra, el cerebro tiene como objetivo principal mantenernos vivos. Esto responde a un instinto arcaico de nuestra biología, la supervivencia. Este instinto formó parte de la evolución de la vida en la Tierra.y se mantiene presente aún ya que ..... aquí estamos.
El punto es que las condiciones de supervivencia en nuestra actualidad, entiéndase supervivencia como continuar con vida, no tiene las mismas connotaciones que en etapas pasadas. A modo de ejemplo el hombre que vivía en cuevas y transitaba estepas desarrollaba capacidades para no ser presa de algún animal depredador ya que continuar con vida dependía de su habilidad para lograrlo.
Hoy, nuestra "supervivencia" está muy ligada a condiciones de vida, valores y creencias. La pérdida de un empleo, una separación de pareja, o muchas situaciones conflictivas más que se presenten no afectan directamente a la vida del ser que lo experimenta. Pero el instinto arcaico lo ve como una amenaza real de posibilidad de pérdida de vida y se manifiesta desde el subconsciente tanto en nuestra psique como en nuestra biología. Por lo cual, todo aquello que nos resulte conocido y predecible pasa a ser algo aceptable y funcional. Así genere malestar, incomodidad, pérdida de salud o cualquier otro perjuicio hacia nuestra integridad. El miedo termina siendo un miedo conocido.
Por el contrario, aquel escenario que presente incertidumbre plantea posibilidad de miedos desconocidos e inseguridades.
Puedo imaginar lo que hay del otro lado pero no estoy tan segura/o de ello, aunque mi creencia sobre las posibles consecuencias hacen que por el momento evite querer transitar ése camino.
Esos escenarios los alimentamos con nuestros propios temores y llegan a tomar dimensiones difíciles de enfrentar y muy alejadas de la realidad. Como consecuencia terminamos aferrándonos a posibilidades de realidades inexistentes o creamos incapacidades de acción en nosotros mismos con tal de no vivir esa nueva experiencia.
Al quedarnos en la incomodidad de la Zona de Seguridad cedemos el poder de conducción de nuestra vida a las circunstancias que nos rodean.
Observar y generar consciencia sobre las creencias que tenemos, cuáles son amenazas reales y cuales no, de qué manera quiero y elijo vivir, es el puntapié inicial para transformar la zona de seguridad en zona de confort. Encontrarte experimentando una vida feliz, llena de bienestar, amor, abundancia, plenitud y salud es sumamente reconfortante y posible.
Explorar este camino interior trae aparejado profundos beneficios. Es un hermoso desafío y es tu responsabilidad.
Gerardo González